Ya
llevábamos una semana instalados y el día a día en el instituto
iban realmente bien... O eso les dije a mis padres.
-¡Me voy!-chillé desde la puerta de la entrada.- Tardaré un
poco en volver.
Salí
de la casa y me fui en dirección al colegio con un mapa en la
mano... Parecía una tonta, pero yo hacía como si nadie me viera.
Ese día fue dos días después de llegar a aquella ciudad que ni
siquiera sabía que existía. Hacía un frío de perros y yo muy bien
sabía que nunca me iba a acostumbrar. Así que ahí iba yo, mi
primer día de clase en Whitehorse, con una camiseta de manga larga,
encima otra de manga corta, una chaqueta que me quedaba enorme, un
anorak, unos baqueros, unas zapatillas de deporte y un gorro de
invierno sobre mi cabeza.
Iba perfectamente hasta que miré el reloj, eran las 7:45 y no sabía
ni donde estaba el instituto. Así que empecé a correr y justo
cuando doble la esquina, algo se chocó conmigo. Estaba a punto de
caerme al suelo y para intentar no estamparme en la acera, agarré lo
primero que pillé. Resultó ser la chaqueta de un chico, al que
arrastré conmigo hacia abajo.
-¡Ay!-grité cuando me caí- Lo siento de ve...-Me quedé sin
aliento al ver el encantador rostro de aquel chico.-... de veras...
-Bueno,no pasa nada- ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Evelinne. ¿y tu?
-Cedric,encantado de conocerte.- dijo con una ancha sonrisa dejando
ver sus perfectos dientes blancos. Sus ojos de color azul turquesa,
con unos toques blancos alrededor de la pupila, se mostraban muy
alegres, tanto como su sonrisa.
-¿A dónde ibas con tanta prisa?
De
pronto me acordé del colegio y volví a la realidad...
-Eh...Sí, al instituto Clepper, ¿sabes dónde esta?
-Claro, ahora mismo iba hacia allá cuando una chica se ha
chocado conmigo- dijo divertido con una sonrisa torcida.
Le
respondí con otra sonrisa.
-Mmm... ¿Me podrías enseñar el camino?
-Si quieres te llevo- dijo señalando una moto negra aparcada
entre dos coches.
-Muchas gracias, de verdad
Él
se adelantó, arrancó la moto, la sacó de su aparcamiento y se
sentó a esperarme. Entonces, me dirigí hacia a él y vi que llevaba
el casco en las manos.
-¿No te lo pones?-dije, señalando el casco.
-No...Te lo iba a dar a ti, para que tu te lo pusieras- dijo
esbozando una sonrisa.
Me
tendió el casco, le sonreí y me lo puse. Después me subí detrás
de él y aceleró como si le fuese la vida en ello. Y yo como acto
reflejo me aferré a su cintura con fuerza y apreté los ojos. No me
atreví a abrirlos hasta que nos fuimos parando lentamente y cuando
estuvimos parados del todo los abrí. Él ya había aparcado y estaba
esperando a que le soltara. Cuando me di cuenta me puse roja como un
tomate, fui despegando los dedos de su piel y lentamente le solté la
cintura. Me bajé de la moto todavía ruborizada y con los ojos
clavados en el suelo. Sentí su mirada en mí y me atreví muy
despacio a mirarle la cara.
-Gracias...-Él me miró y se rió al verme colorada, soltó una
carcajada que , perfectamente podría identificarse con el cantos de
lo pájaros, pues era melodiosa...
-Te veré luego- me dijo con una sonrisa.
Me fui con paso rápido hacia el edificio de secretaría, que era
una pequeña casa rectangular con un tejado recto. Era blanca y muy
sosa. Aunque eso ya no me importó cuando entré en la oficina,
porque tenía calefacción. La habitación tenía un par de asientos
muy viejos y dos cuadros pequeños, uno del colegio visto desde
arriba y otro de un barco atracado en un puerto. Al fondo de la
habitación había un mostrador con una pequeña maceta, y dentro,una
planta sin flores. Tras el mostrador se encontraba una mujer sentada
en una silla que estaba mirando una revista y tomándose un café. La
mujer se sobresaltó al escuchar mi voz.
-¿Hola? Perdone, soy una alumna nueva.
-Eh...Sí,claro. Dime tu nombre.
-Evelinne Carter
-Espera, que lo mire -me dijo mientras escribía mi nombre en el
ordenador-Aquí estás. Te voy a dar un mapa del colegio,tu horario y
tus libros ya te los darán los profesores. Excepto los cuadernillos
que tendrías que haber comprado.
-Sí,claro. Los tengo aquí- dije señalando la mochila.
-Aquí tienes -bostezó la mujer- Buena suerte.
-Gracias -cogí los papeles y salí.
Al
lado de este pequeño edificio se encontraba el instituto. Que era de
ladrillos,tenía tres pisos y alrededor crecía vegetación
abundante.
Entré
a la vez que todos los estudiantes. Y subí hacia el segundo piso.
Según mi horario tenía clase de historia con la señora Turner.
Entré en la clase y todo el mundo estaba charlando en sus mesas o
apoyados en los alfeizares de las ventanas. Pero la profesora estaba
reorganizando sus cosas en el escritorio.
-Perdone, soy Evelinne Carter. La alumna nueva.
-Oh,sí. Hola -me dijo con una sonrisa mirándome por encima de
las gafas que llevaba puestas-Toma, tus cosas. Ve y siéntate en
cualquier mesa...Espera. Sentaos y abrid los libros -elevó la voz
dirigiéndose a los demás alumnos-Esta es Evelinne Carter,una nueva
alumna.
Todo
el mundo me miró, yo sonreí y me senté en la única mesa que
quedaba libre, en la penúltima fila. La profesora comenzó a dar la
clase y ya nadie me estaba observando. Menos la chica que se sentaba
a mi lado y el chico que tenía detrás. Las mesas eran de dos
personas. La chica me sonrió muy alegremente y yo se la devolví sin
esfuerzo alguno, se veía que era simpática. Al terminar la clase,
mi compañera de al lado, se presentó.
-Hola, me llamo Cindy Parker.
-Hola- le respondí con una sonrisa
-Hola, soy Dylan Stanley. - De pronto, sentí una mano en mi
hombro y me di la vuelta, era el chico que se sentaba detrás.
Era
un chico guapo y alto. Sus ojos verdes relucían de emoción al
conocerme. Su ancha sonrisa era muy dulce. Le respondí con otra
sincera. No dejaba de tocarse el pelo por los nervios, aunque no
entendía como estaba tan interesado por mí. Unos chicos le llamaron
desde la puerta de la clase y se marchó diciendo:
-Espero verte pronto.
Las
dos miramos como se iba, sorprendidas, porque él no dejaba de mirar
hacia atrás. Al fin, cuando Dylan salió por la puerta tras
tropezarse con un par de mesas y unos cuantos alumnos, Cindy volvió
a hablar.
-¡Qué raro!-se rió ella- Me parece que le has gustado.
-¿Y eso? No tiene por qué...-dije incómoda.
-Ja,ja,ja,ja,ja... Claro que sí -Me respondió alegremente- ¿Qué
clase tienes ahora?
-Mm...-miré el horario-Ahora...Me toca lengua.
-Genial, también es mi próxima clase.
Me
cayó muy bien Cindy y nos fuimos las dos hacia la clase de lengua.
Cuando terminó la clase, nos dirigimos juntas a la clase de
gimnasia, que a ella también le tocaba. Como era mi primer día,
solo me tuve que sentar a mirar como jugaban al baloncesto, pero al
día siguiente ya tendría que empezar a hacer deporte. Después de
cambiarnos de ropa, fuimos al comedor, pedimos las bandejas con
comida, pagamos y nos sentamos en una mesa. Allí estaba sentado
Dylan, que al verme se levantó de su sitio,yo me senté en uno que
quedaba libre y él corriendo se sentó al lado mía, quitándole la
silla a Cindy, que tuvo que sentarse a mi otro lado.
-¡Aquí estás!-dijo muy feliz- Te dije que te iba a ver.
-Sí...Hola- mustié bajito.
-Deja de atosigarla,Dylan- dijo Cindy por el otro lado, pues aquel
chico estaba muy cerca de mi rostro para mi gusto y a mí se me veía
la mueca de desagrado...Pero él no parecía enterarse.
-Oh...Lo siento. ¿Solo te vas a comer eso?- preguntó al ver mi
pequeño trozo de empanada y mi vaso de agua.
-Sí, no tengo mucha hambre.
Dylan
empezó a contarme su vida que a mí no me interesaba mucho, y Cindy
al darse cuenta, de vez en cuando intentaba intervenir para
ayudarme, pero él la excluía. Estaba apunto de decirle a Dylan que
me dejara en paz, cuando en frente mía apareció Cedric. Estaba
andando con unos amigos cuando me vio y les dijo que se
adelantaran,que el ya iba. Dylan seguía parloteando y ya me dio
igual no parecer interesada. Cedric avanzó hasta la silla que había
en frente de la mía y apoyó las manos en el respaldo de la silla
vacía. No le dio tiempo a decir nada cuando se fijó en Dylan, al
que le dirigió una mirada enfadada. Éste se dio cuenta y le miró
con rabia. La campana sonó y todos los alumnos se fueron levantando.
Cedric dejó de mirarle y me dedicó una sonrisa. Dio la vuelta a la
mesa mientras yo me levantaba. Antes de que llegara, le murmuré a
Cindy:
-Hasta ahora...-Cindy estaba muy sorprendida y miraba con los
ojos como platos a Dylan, que estaba con los puños cerrados, el ceño
fruncido y no paraba de maldecir.
Cedric
me estaba esperando en el marco de una de las puertas transparentes
que daba hacia los pasillos.
-¿Quién es ese?- Me preguntó con expresión divertida. Pero en
sus ojos se podía ver la rabia y los celos que sentía al mirar en
la dirección la mesa de mis amigos.
-Dylan... Es muy pesado...-me lamenté sobreactuando.
Él
me dirigió una sonrisa torcida, como la de aquella mañana.
-Pero, ¿te estaba molestando?- dijo con preocupación.
-Bueno, si... Pero ya me da igual...- dije poniéndome colorada.
-¿Qué clase tienes ahora?- me preguntó interesado
-Tengo tecnología-mustié pensando en el horario para no parecer
una tonta.
-A bueno, te acompaño. La mía es la clase de al lado.
Los
dos sonreímos. Me hubiera gustado estar más tiempo con él, pero ya
habíamos llegado.
-Adiós -le dije alegremente.
-Nos vemos – y me guiñó un ojo.
La
clase de tecnología fue realmente aburrida. Por más que lo intenté,
no pude concentrarme en lo que explicaba el profesor. Mi mente estaba
pensado solo y exclusivamente en Cedric. Tenía ganas de que se
acabase la clase para verlo. Aunque así solo conseguí que la clase
se me hiciera más larga.
Una
vocecilla en mi cabeza me decía que me concentrara porque iba a
suspender. Esa lección yo ya la había dado en mi antiguo instituto,
y debería parecerme más fácil, y debería entenderla mejor. Pero
la verdad era que me sonaba a chino...
Después de largo rato sentada en aquella incómoda silla sonó el
timbre. Por fin podría salir de aquella estúpida aula e ir en busca
de Cedric. Recogí mis cosas rápidamente y corrí hacia la puerta,
pero tenía un obstáculo... Dylan se encontraba en la puerta del
aula esperándome. Y ,de nuevo, empezó con otro discurso sobre su
aburrida vida cuando de repente vi algo que me dejó sin aliento.
Cedric tenía las manos apoyadas en las taquillas y entre él y estas
se encontraba una chica perfecta. Su piel blanca como la leche
resaltaba sus grandes ojos castaños y el pelo rubio le caía en
cascada por los hombros. Cedric me vio pero ni se inmutó, volvió la
mirada a la muchacha y siguió sonriendo , pues no paraba. Me quise
morir ,él tenía una cara de suficiencia increíble y a ella se veía
que le encantaba... De pronto me acordé de Dylan, que me preguntaba
que me pasaba, que por qué me había parado. Y sentí entonces cómo
una gota salada recorría mi rostro, dejando su ácido rastro por
ella. ¿Cómo podía haber hecho eso?¿Cómo podía haber mentido? No
podía creer lo que veía...
Las siguientes horas de clase transcurrieron lentamente. No podía
dejar de pensar en lo que había ocurrido. Había sido muy cruel, en
haberme hecho creer lo contrario.